Rivka
A menudo escuchamos sobre el concepto de la mujer perfecta. Por mi parte, podría resumir esto en una palabra, o mejor dicho en un nombre: Rivka (Rebecca). Es sin duda una de las personalidades más nobles y memorables de las Escrituras. Ella es la que encarna todos los méritos, cualidades y virtudes escritas en Proverbios 31:10-31, en la oda a una mujer virtuosa.
El enviado de Abraham también sabía perfectamente cuál es la mujer ideal.
Cuando Eliezer sale a buscar esposa para Isaac, no solo está pidiendo que la chica sea hospitalaria, alguien que cuide a los visitantes (este tipo de hospitalidad era común y bastante habitual en aquellos tiempos, sobre todo la mera expresión de sentimientos e intereses personales), pero pide alguien que también se encargue de los camellos, es decir los bienes, el material, los utensilios de su vecino. Este detalle puede parecer trivial, pero muestra una devoción y desinterés especial. Al dar de beber a los animales,
Rebecca muestra una bondad que no espera nada a cambio, ya que los camellos no pueden honrar sus servicios.
En una sociedad de pastores, eso es una virtud inestimable, ya que una buena ama de llaves juega un papel vital en la vocación y el sustento de su esposo y, por lo tanto, de su familia.
El encuentro con Rebecca es una historia fabulosa que espero que suceda en nuestra vida familiar como padre. Deseo profundamente vivir una historia similar cuando llegue el día en que mis hijos tengan la edad suficiente para casarse. Que Yahuwah nos bendiga con tal mensajero que irá a buscar mujeres como Rebeca para mis hijos y que vendrá y se llevará a mi hija para guiarla hacia su futuro esposo, en quien reina el Espíritu Santo. Este enviado ya existe. A nosotros nos toca saber pedirle su venida para que pueda cumplir esta misión. Una de las mayores alegrías para un creyente es ver a sus hijos unirse con aquellos cuyas vidas también están bajo el reinado del Rey Mesías, cuando los matrimonios están sellados en el Mesías y de acuerdo con Su voluntad. El mayor regalo es ver a nuestros hijos encontrar a sus cónyuges con quienes se complementarán, apoyarán y reforzarán mutuamente, incluso si uno u otro pierde el equilibrio, como en la siguiente parte de la historia de Isaac y Rebecca.
Sarah
La parashat de esta semana trata sobre Rebecca, aunque lleva el nombre de Sarah. Empesamos con leer que Sara vivió 100 años y 20 años y 8 años. En la traducción española, se cita que tenía 128 años. Sin embargo, en el texto hebreo este período se subdivide en tres como se mencionó anteriormente. Según la tradición judía, esta subdivisión señala que Sara era tan hermosa a los 100 años como a los 20 y tan pura a los 20 como a los 8. Cualquiera que sea el significado, la parashat de esta semana describe una continuidad. Sarah nos deja y Rebecca se une a nosotros para reemplazarla. La muerte de una deja un lugar vacío que se llenará con la llegada de la otra. Su papel es esencial en la vida de Isaac, pero también lo es para toda la comunidad. Como en muchos casos se describe en la Biblia, cuando alguien muere, se nombra un sucesor. (Josué vino después de Moisés, Samuel después de Eliyahu, Salomón después de David, Yahushua después de Juan) Rebeca es como la digna heredera de Sara. Leemos que Isaac es consolado después de la muerte de su madre por la llegada de su esposa. De hecho, faltaba la presencia femenina. Una casa (una tienda en su caso) está vacía y fría sin la presencia de la mujer que llena el lugar siendo el hogar ellas mismas. Yahuwah no solo asegura la descendencia de los patriarcas, reyes y profetas, sino también la de las mujeres. La sucesión de mujeres también es vital.
Las niñas también deben aprender mucho y las madres tienen mucho que transmitirlas.
La transmisión de este conocimiento femenino es tan indispensable como el conocimiento transmitido de padre a hijo. De hecho, sin mujeres y sin todo lo que pueden darnos, los hombres estarían indefensos. Es muy importante orar por la restauración de la mujer, porque su fortalecimiento asegura en gran medida la nuestra.
No como vemos hoy en la Iglesia, donde por un lado el número de mujeres es mucho mayor, pero que en muchos casos, superando su papel y su identidad de mujer, ocupan el lugar de los hombres – que, por cierto, a menudo son incapaces y afeminados – hasta el punto de que ni siquiera piensan en regresar a sus lugares cuando finalmente un hombre de verdad acaba apareciendo en sus vidas. Es así como muchas personas usurpan puestos, roles, ministerios y no están haciendo lo que Elohim espera de ellas, mientras no permiten que quienes tienen la tarea recuperen sus lugares legítimos.
Hasta que este tipo de pequeño problema no se resuelva, no oremos unos por otros. Orar por las mujeres comienza precisamente pidiéndoles que vuelvan a ocupar el lugar que les corresponde, para que finalmente puedan florecer en su feminidad y que, desde allí, puedan a su vez orar por nosotros. Éste es el tipo de oración mutua a la que me refería. Y además podemos comenzar esto de inmediato declarando:
Que Yahuwah haga las mujeres de hoy como Sara y Rebeca.
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